La versión oficial sobre Domingo Faustino Sarmiento lo muestra como un autodidacta que luchó de forma inclaudicable desde la gestión pública contra el analfabetismo y en pos del progreso de la nación, y que creyó ciegamente en la educación del pueblo como motor fundamental del progreso. Pero Sarmiento es, además de un maestro, un político de ideas fervorosas. Su apuesta política por la civilización lo llevó a pelear contra lo que consideraba bárbaro. El modo en que se desarrolló esta lucha nos permite entender parte de lo que somos hoy como país.
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